Descripción:

Un nuevo libro de Gabriela Insua nos exime, ya a estas alturas, de presentación, loas y palabras alusivas es solo festejo. Pero no podemos. Porque vuelve a ganárselas de una manera tal que nos brotan incontenibles desde nuestra admiración, pasión, convicción ético-militante, y desde el alma.

Y en este caso, decidió abordar, nada más y nada menos, que el gran tema de la soledad. Actual. Triste. Ineludible. Planetaria. Cruel efecto de un sistema que parece reescribir: Aísla y reinarás, sabedor de que el lazo social roto les garantiza el éxito a sus voracidades, que necesita que los sujetos pasen de la masa a las individualidades solitarias, que, paradójicamente, aumentan a medida que crece la hiperconectividad digital.

Y, al mismo tiempo, singularísima. Tantas como sujetos solos, dice la autora y se pregunta: ¿Desde dónde se mira la soledad? ¿Desde dónde se la nombra?.

La de un paciente que hace años espera pasar las fiestas en pareja y nunca lo logra. La del adolescente víctima de bullying que deambula solo por el colegio simulando tener algo que hacer. La de quien no puede expresar libremente su identidad de género. La de las mujeres, la de la locura, la del trauma Diversas soledades desfilan por estos capítulos (impecable aporte el de La soledad de los diagnosticados), incluso, la soledad del analizante, cuando el analista se parapeta en la resistencia (que siempre es del analista como recuerda Insua y olvidan tantos) o desestima las coordenadas histórico-sociales, como si las formaciones del inconsciente no fueran permeables a la realidad histórica y social, escribe Gabriela con su más puro sello.

Ser disruptivo del algoritmo, concluye, es uno de los motivos por los cuales el psicoanálisis sigue siendo hoy revolucionario, continúa abriendo interrogantes, allí donde el sistema nos dice que ya se sabe todo de nosotros.

La canción es urgente, para decirlo con otra grande. Acompáñenos el lector en esta obra imprescindible, que nos una amorosa, para no dejar solo al psicoanálisis comprometido con la ética, los derechos inclaudicables y la firme convicción de que, como no se cansa de repetir Insua, nadie se salva solo. Es con todos y todas, es con un Estado garante, es con la justicia, es con la memoria, es con la lucha y es con la palabra.

María Bogetti

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Un nuevo libro de Gabriela Insua nos exime, ya a estas alturas, de presentación, loas y palabras alusivas es solo festejo. Pero no podemos. Porque vuelve a ganárselas de una manera tal que nos brotan incontenibles desde nuestra admiración, pasión, convicción ético-militante, y desde el alma.

Y en este caso, decidió abordar, nada más y nada menos, que el gran tema de la soledad. Actual. Triste. Ineludible. Planetaria. Cruel efecto de un sistema que parece reescribir: Aísla y reinarás, sabedor de que el lazo social roto les garantiza el éxito a sus voracidades, que necesita que los sujetos pasen de la masa a las individualidades solitarias, que, paradójicamente, aumentan a medida que crece la hiperconectividad digital.

Y, al mismo tiempo, singularísima. Tantas como sujetos solos, dice la autora y se pregunta: ¿Desde dónde se mira la soledad? ¿Desde dónde se la nombra?.

La de un paciente que hace años espera pasar las fiestas en pareja y nunca lo logra. La del adolescente víctima de bullying que deambula solo por el colegio simulando tener algo que hacer. La de quien no puede expresar libremente su identidad de género. La de las mujeres, la de la locura, la del trauma Diversas soledades desfilan por estos capítulos (impecable aporte el de La soledad de los diagnosticados), incluso, la soledad del analizante, cuando el analista se parapeta en la resistencia (que siempre es del analista como recuerda Insua y olvidan tantos) o desestima las coordenadas histórico-sociales, como si las formaciones del inconsciente no fueran permeables a la realidad histórica y social, escribe Gabriela con su más puro sello.

Ser disruptivo del algoritmo, concluye, es uno de los motivos por los cuales el psicoanálisis sigue siendo hoy revolucionario, continúa abriendo interrogantes, allí donde el sistema nos dice que ya se sabe todo de nosotros.

La canción es urgente, para decirlo con otra grande. Acompáñenos el lector en esta obra imprescindible, que nos una amorosa, para no dejar solo al psicoanálisis comprometido con la ética, los derechos inclaudicables y la firme convicción de que, como no se cansa de repetir Insua, nadie se salva solo. Es con todos y todas, es con un Estado garante, es con la justicia, es con la memoria, es con la lucha y es con la palabra.

María Bogetti