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“Aquí estamos todavía en lo de amaestrar las orejas para el término sujeto” afirma Lacan al inicio de Intervención sobre la transferencia, texto de 1951 precedido por un pequeño pasaje, de 1966, donde encontramos la frase con la que comenzamos.

Dos cuestiones resaltan allí: en primer término, el uso del adverbio de tiempo que viene a destacar un trabajo sostenido a lo largo de muchos años; por otro lado, la referencia a ese amaestrar que nos indica que hay en juego algo complejo, escurridizo, indomeñable. Este párrafo plasma con precisión y justeza la dificultad que el concepto de sujeto conlleva en el psicoanálisis. La subversión que sobre el sujeto lleva a cabo Lacan rompe las ataduras de ese término con el pensamiento clásico, desconectándolo de la sustancia o cualquier otra dimensión que pudiera hacerlo consistir. A partir de ello el sujeto es solidario de la evanescencia, de la falla, la incompletitud, la inconsistencia. Sumariamente es correlativo de la aporía y la paradoja.

Hay una correlación entre el concepto de sujeto que el psicoanálisis propone y la dirección de la cura. Y en este punto nunca estaremos lo suficientemente advertidos de los peligros, clínicos, que implican los intentos de volver a entificarlo, allí donde la subversión lo deja como falta en ser. El costo de esos intentos se paga a nivel del deseo, falta consustancial a la división subjetiva, de allí entonces que se plantea una relación decisiva entre el concepto de sujeto que el analista sostiene y la ética del psicoanálisis. Y el significante que plasma ese vínculo en “acomodación”: de la posición del analista al sujeto subvertido.

Oscar Quiroga

Las paradojas de sujeto. Una genealogía. Oscar Quiroga

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“Aquí estamos todavía en lo de amaestrar las orejas para el término sujeto” afirma Lacan al inicio de Intervención sobre la transferencia, texto de 1951 precedido por un pequeño pasaje, de 1966, donde encontramos la frase con la que comenzamos.

Dos cuestiones resaltan allí: en primer término, el uso del adverbio de tiempo que viene a destacar un trabajo sostenido a lo largo de muchos años; por otro lado, la referencia a ese amaestrar que nos indica que hay en juego algo complejo, escurridizo, indomeñable. Este párrafo plasma con precisión y justeza la dificultad que el concepto de sujeto conlleva en el psicoanálisis. La subversión que sobre el sujeto lleva a cabo Lacan rompe las ataduras de ese término con el pensamiento clásico, desconectándolo de la sustancia o cualquier otra dimensión que pudiera hacerlo consistir. A partir de ello el sujeto es solidario de la evanescencia, de la falla, la incompletitud, la inconsistencia. Sumariamente es correlativo de la aporía y la paradoja.

Hay una correlación entre el concepto de sujeto que el psicoanálisis propone y la dirección de la cura. Y en este punto nunca estaremos lo suficientemente advertidos de los peligros, clínicos, que implican los intentos de volver a entificarlo, allí donde la subversión lo deja como falta en ser. El costo de esos intentos se paga a nivel del deseo, falta consustancial a la división subjetiva, de allí entonces que se plantea una relación decisiva entre el concepto de sujeto que el analista sostiene y la ética del psicoanálisis. Y el significante que plasma ese vínculo en “acomodación”: de la posición del analista al sujeto subvertido.

Oscar Quiroga