Descripción:

Se escribe, según María Zambrano, para defender una soledad en la que estamos. Según Margarite Duras nadie ha escrito nunca a dúo. Sin embargo, en lo común los autores de este libro han encontrado una voz. En la insistencia de un nosotros que puede alojar esa imposibilidad, incluso con zonas de diferencias. No es, por otro lado, el mismo nosotros que aquel que realzan cimentado en la adolescencia: «La adolescencia como ese tiempo de desorientación, desarreglo, imparidad, extranjerismo y, al mismo tiempo, momento de construcción del nosotros, de invención, de creatividad».

Entonces, la amistad como refugio, la pregunta por el origen, los connes que incluyen el dolor, los encuentros y los desencuentros, instalan desde el inicio del texto un entramado, entre lo que impulsa la escritura como punto de arribo autoral y los avatares de la práctica analítica con púberes, con jóvenes. Se tratará de la inexorable intrincación entre la ley inmutable de la muerte y la novedosa reproducción sexuada. En tiempos y circunstancias de turbulencias, lo roto, lo caído, lo frágil está en los subrayados. Aluden a las situaciones transitadas con un ritmo diario, persistente, comprometido. La escucha de cada quien en lo colectivo y en un contexto, un territorio.

METAMORFÓSIS DE LA CLÍNICA CON ADOLESCENTES. Ana Moscon y José Recalde.

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Se escribe, según María Zambrano, para defender una soledad en la que estamos. Según Margarite Duras nadie ha escrito nunca a dúo. Sin embargo, en lo común los autores de este libro han encontrado una voz. En la insistencia de un nosotros que puede alojar esa imposibilidad, incluso con zonas de diferencias. No es, por otro lado, el mismo nosotros que aquel que realzan cimentado en la adolescencia: «La adolescencia como ese tiempo de desorientación, desarreglo, imparidad, extranjerismo y, al mismo tiempo, momento de construcción del nosotros, de invención, de creatividad».

Entonces, la amistad como refugio, la pregunta por el origen, los connes que incluyen el dolor, los encuentros y los desencuentros, instalan desde el inicio del texto un entramado, entre lo que impulsa la escritura como punto de arribo autoral y los avatares de la práctica analítica con púberes, con jóvenes. Se tratará de la inexorable intrincación entre la ley inmutable de la muerte y la novedosa reproducción sexuada. En tiempos y circunstancias de turbulencias, lo roto, lo caído, lo frágil está en los subrayados. Aluden a las situaciones transitadas con un ritmo diario, persistente, comprometido. La escucha de cada quien en lo colectivo y en un contexto, un territorio.